viernes, 7 de marzo de 2008

Mi sonrisa fingida

Esperabas callado a que yo terminara de gritar y reclamarte todo. Después, con tu inevitable costumbre, tomaste mis manos entre las tuyas, sonreíste entre pícara y lastimeramente y me diste un beso en la frente. Así fue cómo envolví nuestros recuerdos y te los di. Tómalos, te dije, no quiero tenerlos más, no me importa qué hagas con ellos, pero llévatelos, no soporto cruzar mi mirada con ellos. No soporto Tu presencia así, sólo mirándome, reclamando paciencia, gritando lo feliz que fui contigo.

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