miércoles, 10 de junio de 2009

Elisewin




A esa niña de ojitos bailarines
y sonrisa radiante
que se esconde,
se esconde
pero está ansiosa de ser encontrada.











I
Sé de tus ansias,
casi lo siento en mi propia carne
casi sueño tus pesadillas
y respiro el hálito de tus miedos.

Sé de tu cansancio
de tus ojos sombríos
de aquellos labios que intentan ser sonrisa
pero que no logran más que una mueca.

Sé de tu dolor
del estrujamiento en tu pecho
del aguijón en tu corazón
y el vacío en tus entrañas.

Pero, sobretodo, sé del suelo movedizo
de los saltos trágicos
de la realidad tambaleante.


II
Miro tus ojos
sí, yo también lo he sentido
la frustración de nunca alcanzarlo
de nunca estár al nivel
de quedar siempre un paso atrás
de que sea inabarcable.

La sensación de mareo
la impotencia, el ansia, el frenesí
Las ganas de asirme ¡a alguien!, ¡a algo!



Los gritos desesperados,
los silencios desafiantes.


III
Pero, conozco también
la salvación que se esconde
en lo profundo del mar,
en el ímpetu de las olas
en la luz detrás de la luna

en la sensación del viento sobre la piel.

Sé, de anhelos que se pueden saciar
de historias que valen la pena
de mañanas de verano
de la lluvia que cae como caricia.

No te dejes llevar, pequeña,
por el espejo de oscuridad
cómo el pájaro vuela libre,
sal a buscar la vida.

¡Desafíala!, ¡Juega con ella!
¿Te digo un secreto?
Siempre se rinde...


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta el tono del poema: una cierta esperanza invencible. Quién la tuviera.

Anónimo dijo...

y ahí está lo que la hace soportable-insoportable, en que siempre rinde, todo sería más facil si no rindiera demasiado...

Marifer dijo...

JM: Quien la tuviera.

JE: Ya estoy empezando a dudarlo, que se rinda.